sábado, 20 de febrero de 2010

Roberto, mi botón.

Iba yo caminando tranquilamente por la calle. Volviendo de mi larga y aburrida clase de inglés. La gente pasaba por mi lado y yo por el suyo, sin rozarnos. En uno de estos semáforos, cerca del parque de San Francisco, me encontré con Dani, un ex conocido, o un conocido ya desconocido.
Caminé por espacio de 10 min cuando casi sin darme cuenta me planté en el portal de mi casa. Mi edificio tenía 12 plantas, yo vivía en el 3º D. Pero sin lugar a dudas mi sitio del edificio favorito era el descansillo del 6º piso. Por allí habían pasado todas mis conquistas. Una detrás de otra.
El camino se me había hecho tan corto gracias al segundo botón de mi ajada cazadora, sin ninguna duda era mi botón preferido, ya que era diferente a los demás. Para empezar tenía forma de circulo y me lo había comprado mi padre un día que fuimos a Barcelona.
Mi “chupa” estaba rota por varios sitios. Yo delante de mi madre me empeñaba en defender que eso no eran descosidos, si no cicatrices fruto de la experiencia. Mi madre por ello me llamaba Adán. Incomprensible.
Una vez en casa, me dirigí, como el bruto que soy, a por mí bocadillo de queso fundido, cuando estuvo en mi poder, subí las escaleras cual bólido de formula 1… no solo por la rapidez, si no porque me la pegue con la chicane de la última curva. Una vez que me vengue dando una patada a la pared. Entre en mi habitación me desabroche mi amada cazadora y la lancé sin ningún tipo de escrúpulos sobre mi perro, Miguel. El se deshizo rápidamente de ella y le propinó un fuerte mordisco, mordisco que a mi me pareció una provocación en toda regla y que justificaba cualquier tipo de venganza, por vil que esta fuera. Y así fue… cogí un frasco de colonia del baño de mi madre, uno cualquiera, el que más barato me pareció (channel nº5 creo que ponía) y como un autentico torero me enfrenté a la bestia. No pretendía herirle, solo asustarle, así que con 3 flis flis fue suficiente. Lo que no sé es a donde fue a parar el resto del contenido del frasco.
Tras mi acto de indudable valentía y honor, volví a mi santuario a ver a mi amada… parecía estar bien… salvo por el segundo botón… que no estaba en su sitio. Me lo encontré unos pasos más haya, chorreando saliva ardiente… me agaché para recojerlo… cuando de pronto me pareció escucharle hablar:
- Me cago en mi madre… que daño… dijo el botón con una vocecilla aguda…
- Joder! Un botón que habla, grite sorprendido.
- ¡Un chimpancé que habla!, replicó en tono burlón el botón.
Del susto, el botón listillo se me cayó al suelo…
- No te valía con dejar que tu perro me mutilará, no, ahora dejas que me estampe contra el suelo, pareces Pinochet.
- Lo siento, dije con un hilo de voz…
- No te quedes ahí parado, gañan, recógeme del suelo y cóseme de una vez a la cazadora.
- No sé coser…
- No sé coser? Replicó el botón. –Vas a dejarme tirado a mi? Yo que te dejo que todos los días cuando vas por la calle toques partes de mi anatomía que ni siquiera sabía que existían? A mi qué fui el único que estuvo contigo ese día que te pusiste a potar como un burro? Al mismo que te acompañó cuando esa chica te dejó? Eres un desagradecido macho, ten colegas para esto, ¿Pues sabes qué te digo? Que se vaya usted a la mierda hombre. Respondió mal humorado el botón.
- No te enfades, al fin y al cabo eres mi botón preferido.
- Tu botón preferido… ains tontorrón tu si que sabes hacer feliz a este pobre viejo…
- Lo que me faltaba… un botón bujarra.
- Bujarra lo será tu padre tío. Recógeme de una maldita vez del suelo y cóseme de nuevo. Chilló el botón desesperado.
- Está bien, lo buscaré en internet.
Recogí al botón, que a pesar de lo que el decía a mi me seguía pareciendo que perdía aceite. Con delicadeza, la misma que tenía con mis “amigas con derecho a roce” lo coloqué sobre el escritorio y encendí el ordenador.
- Guau, que manos tienes galán, como trates así a las chicas me a mí que hasta los 40 nada…
- Tu comentario no viene a cuento, y lo sabes. ¿Ya no te acuerdas de Carla?
- Oh sí… Carla… tiene una cazadora con unas botoncitas rosas que son para verlas… tienen unas tet
- Que te calles! Corté al botón.
El ordenador ya había cargado la página que yo quería. El primer paso era:
“Palpar la hendidura por donde ha de colocarse la fina y pulida pieza” fina y pulida pieza… pensé yo para mis adentros. El listo que escribió eso no conoció al cabroncete este.
El segundo paso era:
“Unir la pieza con su hendidura correspondiente ladeando a este para facilitar su colocación, este es un momento difícil, así que sea usted delicado con el botón”
Delicadeza… este no se merece ni los buenos días, pero en fin…
El tercer paso rezaba:
“Una vez colocada la pieza de forma lateral, empujar suavemente por detrás de la prenda en la que se halle y al cruzar la hendidura la pieza se colocará de manera lateral e imposibilitando la vuelta atrás sin ayuda de una fuerza externa”
Joder, la tarde que me espera…
-Oye botón, ya se como arreglarte, pero la operación no es fácil, quizás no sobrevivas… dije con tono de circunstancias.
- Hazlo, no tengas miedo de dañar mi carne, pues no anhelo otra cosa que volver con mi amada la “chupa” de cuero. Dijo con tono melancólico el botoncito.
-Vamos no me digas, el botón me ha salido poeta…
-eres un insensible tronco. Replicó muy enfado el botoncito de marras.
- Por cierto no me has dicho como te llamas…
-Roberto, pero llámame Robe.
-De acuerdo, Robe, voy a empezar…
-Si la cosa no saliera bien, dile al tercer botón de la chupa que se puede quedar con mi colección de sellos y dile a la cremallera que es una amargada… y despídete también de la capucha, es una buena chica y se merece lo mejor… dijo emocionado el botón.
Cogí aguja e hilo mientras asentía con la cabeza… fue una operación larga, pero todo salió bien. El botón quedó correctamente enganchado, parecía que nunca se había movido de esa posición. Cuando le fui al preguntar a Robe, que tal se encontraba, no obtuve respuesta… Mi madre me preguntó que quien leches era Robe, pero no me dejó responder porque ella ya había ordenado que me pusiera a estudiar. Nunca más volví a saber de Roberto, el segundo botón de mi “chupa”. El botón poeta, gay y salido.

FIN.

3 comentarios:

  1. ueeee!! volviste! xD gracias por pasarte por mi blog! te sigo =D

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  2. Chaaaaval!! jajajajajaja

    - Tu botón preferido… ains tontorrón tu si que sabes hacer feliz a este pobre viejo…

    jajajajajajajaja BUENISIMO! jajajaja

    Eva :P

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  3. Me gusta como escribes ;)
    Me gusta tu historia.

    Búscale un novio al botón ;) jjajajajaja.

    Un abrazo ;)

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